lunes, 17 de noviembre de 2008

Los cómics y la profesionalidad

Me comentaba el otro día un amigo, gaditano, trabajador del mundo de la cultura, funcionario de los que echan al día más horas de las que le pagamos (qué los hay) y amante de los tebeos que cada día le cuesta más trabajo defender los proyectos de actividades relacionadas con el cómic que le llegan.

Me lo comentaba a tenor de un proyecto de exposición que le llegó. El proyecto estaba mal presentado, mal presupuestado, mal desarrollado y la propia idea era pobre (unos paneles con diseños que rallaban en lo ridículo). Y como éste le llegan muchos, sobre todo de asociaciones juveniles, pero también de señores con edad de hacer las cosas con un mínimo de conocimiento y seriedad y que además van de serios.

La conclusión era que mientras en el teatro, el cine o las artes plásticas la gestión estaba profesionalizada, en el cómic apenas. De ahí pasamos al hecho de que la historieta en nuestro país apenas está profesionalizada. Un porcentaje altísimo de editores no viven de su trabajo editorial (por mucha calidad que tenga, como en el caso de Sinsentido, De Ponent o de Dibbuks, por ejemplo). Los autores o se van al extranjero o se ganan la vida ilustrando o diseñando. Creo que no existe ni un sólo crítico en nuestro país que se gane la vida con la crítica de tebeos, con los especialistas otro tanto y los que trabajan en la universidad lo hacen dando clases e investigando en otros temas "más académicos" (la única excepción que se me viene a la cabeza es la de Sergio García, aunque puede haber algunas más). En los temas de gestión ocurre otro tanto, pocos directores de salones se ganan la vida así.

Concluímos que posiblemente éste es el mayor lastre que sufre la historieta española y que la está lastrando precisamente en este momento de auge. La mayoría de voces del medio no son profesionales, es decir le dedican al medio algunas de las horas libres que les quedan después de las (como mínimo) 8 horas de sus trabajos, mientras que un profesional le dedica sus 8 horas de trabajo y hasta algunas de las libres. El propio enfoque respecto al medio cambia. Y en estos casos de falta de profesionalidad real es cuando los antagonismos, las ambiciones personales y los egos asumen un protagonismo excesivo. Y creo que nadie me negará que en la historieta española esto es así, desgraciadamente (incluso mucho más visible que en otros medios culturales). Y mucho tiene todo esto que ver con la incapacidad del medio para asociarse de una manera eficaz. Por ejemplo, sólo en Andalucía hay 3 asociaciones de profesionales dedicados al teatro, todas ellas con capacidad de interlocución con las administraciones públicas y con asociaciones de otros sectores, con el cine ocurre algo similar sin embargo no con el cómic, con el grave problema de falta de interlocución que conlleva, derivando también en otro problema, el del intrusismo profesional, pero de esto hablaré otro día, sino, esta entrada se hará eterna.

Desde el sector se debería reflexionar sobre este tema, porque nadie va a venir de fuera a solucionar los problemas de la historieta española, eso seguro.

Actualización:
Acabo de leer este artículo de Hernán Migoya, que algo tiene que ver con lo de arriba:
www.edicionesglenat.es/asp/reportaje.asp?pid=378

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